Unos labios que se unen como partículas y se entrelían entre las horas del reloj.
La inocencia que tantos perdieron ya, se despide y ella la ve y también la despide, porque...
Ya no tiene miedo, ya no... Todo lo débil se ha vuelto fuerte a su lado, lo blanco es negro y lo negro gris.
Nada tiene lógica él sólo quiere perderse entre sus cabellos, ella quiere un hombro en el que llorar y un pecho en el que dormir.
La vida pasa, como un cigarrillo que se consume.
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